'...Para los corredores sólo existiría la oscuridad de la noche (quizás tranquila y fría) y el maldito sueño, que se apoderaría de los párpados y los cerraría sobre el globo ocular, por muchos esfuerzos que uno hiciera por evitarlo. Todos éramos conscientes de que, tarde o temprano, nos enfrentaríamos a ese episodio. Algo con lo que, por otra parte, hay que contar en todas las carreras de larga distancia con una o más noches por el medio.
Así continuaríamos dando pasos (como tumbas vivientes) y, a poco que nos descuidáramos, podíamos vernos abocados a despeñarnos por un precipicio, caernos en algún agujero o a chocar de manera frontal contra una casa o un árbol....
Los check point parecían sanatorios portátiles de un campo de batalla. Poco a poco me fui dando cuenta de mi insignificancia. Todo quedaba reducido a un número, un dorsal y una identify card, que se diluían en la gran cadena de ánimas en pena de los diferentes países que, a la postre, veníamos a ser. A todo el mundo allí le importaba muy poco (o nada) que un corredor (hombre o mujer) llegase vivo a Lacedemonia...'
Así continuaríamos dando pasos (como tumbas vivientes) y, a poco que nos descuidáramos, podíamos vernos abocados a despeñarnos por un precipicio, caernos en algún agujero o a chocar de manera frontal contra una casa o un árbol....
Los check point parecían sanatorios portátiles de un campo de batalla. Poco a poco me fui dando cuenta de mi insignificancia. Todo quedaba reducido a un número, un dorsal y una identify card, que se diluían en la gran cadena de ánimas en pena de los diferentes países que, a la postre, veníamos a ser. A todo el mundo allí le importaba muy poco (o nada) que un corredor (hombre o mujer) llegase vivo a Lacedemonia...'