Volar en ala delta fue para mí hacer realidad un gran sueño. Hice al cursillo en el año 1987. Desde entonces son muchas las anécdotas curiosas que he vivido y que me gustaría compartir con todos vosotros.
Mucha gente que vuela, de algún modo, aunque no sea con ala delta, me entenderá muy bien y posiblemente se sienta identificado/a en estas situaciones que seguro que ha vivido de forma muy similiar, e incluso podría añadir otras muchas historias y aventuras personales.
A la gente que aún no ha volado o lo ha probado poco quizá le resulten estas historias un poco extrañas pero confío que las disfrute igualmente y comprenda un poquito mejor a los que vivimos estas increíbles experiencias.
Un ejemplo, esa pregunta que yo misma hice cuando estaba en el cursillo, ¿y si no hay aire?. -Pues si no hay aire nos morimos todos- respondió sin dudarlo el instructor. ¡Caramba! pues es verdad. Y es que hay tantas cosas que no piensas hasta que las necesitas. Pues el aire, en el que volamos, siempre está ahí, otra cosa es si se mueve o no, en qué dirección, con qué intensidad.... Nunca había pensado que las nubes son una visualización del aire, por eso nunca son iguales, porque es como si al aire le echásemos un montón de polvo y pudiéramos ver su forma, por un momento. Eso son las nubes. El aire gira, sube, baja, hace remolinos... otro ejemplo, los remolinos de polvo, no son de polvo, son aire que gracias al polvo vemos cómo gira y lo llamamos remolino. Cuando andamos por el suelo lo vemos, subimos, bajamos, hay rocas, hay arena... pero en el aire, ¿cómo caminamos, cómo volamos por el aire? eso es lo que más me gusta de volar sin motor, que intentamos ver lo que no se ve, gracias a las señales que nos brindan las nubes, el polvo, los mosquitos, las otras aves. Es un misterio constante, somos detectives, adivinos, magos... en fin, volamos. Así lo veo yo, así lo siento yo.
Mucha gente que vuela, de algún modo, aunque no sea con ala delta, me entenderá muy bien y posiblemente se sienta identificado/a en estas situaciones que seguro que ha vivido de forma muy similiar, e incluso podría añadir otras muchas historias y aventuras personales.
A la gente que aún no ha volado o lo ha probado poco quizá le resulten estas historias un poco extrañas pero confío que las disfrute igualmente y comprenda un poquito mejor a los que vivimos estas increíbles experiencias.
Un ejemplo, esa pregunta que yo misma hice cuando estaba en el cursillo, ¿y si no hay aire?. -Pues si no hay aire nos morimos todos- respondió sin dudarlo el instructor. ¡Caramba! pues es verdad. Y es que hay tantas cosas que no piensas hasta que las necesitas. Pues el aire, en el que volamos, siempre está ahí, otra cosa es si se mueve o no, en qué dirección, con qué intensidad.... Nunca había pensado que las nubes son una visualización del aire, por eso nunca son iguales, porque es como si al aire le echásemos un montón de polvo y pudiéramos ver su forma, por un momento. Eso son las nubes. El aire gira, sube, baja, hace remolinos... otro ejemplo, los remolinos de polvo, no son de polvo, son aire que gracias al polvo vemos cómo gira y lo llamamos remolino. Cuando andamos por el suelo lo vemos, subimos, bajamos, hay rocas, hay arena... pero en el aire, ¿cómo caminamos, cómo volamos por el aire? eso es lo que más me gusta de volar sin motor, que intentamos ver lo que no se ve, gracias a las señales que nos brindan las nubes, el polvo, los mosquitos, las otras aves. Es un misterio constante, somos detectives, adivinos, magos... en fin, volamos. Así lo veo yo, así lo siento yo.