Una y otra vez, surgen olas de resistencia popular en los países de economía centralmente planificada contra sus respectivos gobiernos. Son la expresión de un descontento latente más amplio de vastas capas de la población, que se transforman en conflictos abiertos, agravios y tensiones extremas. Es especialmente el descontento de la gente con la falta de libertades y su nivel de vida, que en estas economías está cada vez más por detrás del de los países occidentales industrializados, con la falta repetida de bienes básicos y esenciales, con la pequeña selección de productos que son en promedio de menor calidad y técnicamente obsoletos, etc.
La insatisfacción es entonces particularmente reforzada por la experiencia de la conciencia y experiencia que todos los defectos (superfluos de por sí) fueron son causados por el propio sistema dirigista de la planificación centralizada, y que esta presión se mantiene en determinados países con la ayuda de la autocracia y burocracia políticas.
La insatisfacción es entonces particularmente reforzada por la experiencia de la conciencia y experiencia que todos los defectos (superfluos de por sí) fueron son causados por el propio sistema dirigista de la planificación centralizada, y que esta presión se mantiene en determinados países con la ayuda de la autocracia y burocracia políticas.