La historia del rescate Mariano Rajoy comparte una preocupación constante con los últimos meses de José Luis Rodríguez Zapatero en el poder: el rescate de España. El agravamiento de la crisis en Grecia, Irlanda y Portugal no fue ajeno a España. Zapatero tuvo que atender a la presión de Bruselas y en mayo de 2010 reaccionó y lanzó varios recortes que eran ajenos a su ideario. La prima de riesgo empezó a crecer y los españoles se familiarizaron con esta amenaza, que el PP entonces en la oposición identificaba con Zapatero. Sin embargo, la llegada del Gobierno popular no fue el bálsamo que muchos imaginaban, en primer lugar, ellos mismos, sino que, incluso, empeoró la situación y alcanzó su punto más asfixiante en mayo. Todos los recortes que hacía el Ejecutivo y todos los impuestos que subía Hacienda no eran suficientes para los mercados. A principios de junio, llegó el rescate a la banca. Caía el tabú del rescate. La llegada de agosto se produjo sin que la tensión hubiera disminuido, pero el Banco Central Europeo dio esperanzas para una flexibilización de sus políticas. Los españoles empezaron el curso en septiembre pensando que el rescate era inminente. Primero, parecía que sería en octubre. Luego, en noviembre, una vez que hubieran pasado las elecciones vascas, gallegas y catalanas. Pero el rescate no se producía. Arreciaban las críticas de empresarios y expertos que consideraban que la tardanza no hacía sino empeorar las cosas. Desde el Gobierno se transmitía que no era factible pedirlo porque traería problemas a la UE y a sus Estados miembros, que deberían votarlo. La prima de riesgo dio un respiro. A finales de noviembre parecía clara que la estrategia del Gobierno era dejar el rescate en la recámara como un seguro pero no pedirlo, al menos en 2012, mientras no fuera necesario. Y seguir con la misma estrategia en 2013.
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