En Quilmes hoy pueden verse las adultas ramblas de plátanos que sembraron los indios hace más de 300 años. Bajo sus ramas melódicas, las calles del Barrio Cervecero han sido alfombra con distinta tonalidad de amarillo, conforme los sucesivos otoños fueron climatizando al hemisferio sur para recibir al próximo invierno. Durante la primavera las abejas trabajaban duramente para mantener la solidez del panal, que aprovechaba un nudo ahuecado en el tronco de los albatros, para legalizar así su gomosa infraestructura ante los demás consorcistas del hábitat. Para mantener el apoyo social, Malvinas fue la ingenua coartada del gobierno de facto. La escuela primaria y la democracia coincidieron al año siguiente. Pero con la deuda en llamas, la Argentina nunca más se recuperó. Las calcomanías de Menem precedieron a las de Italia ‘90. Quizás la el penal que no logró atajar Goycochea, fue la primera razón para que Gabriel no vuelva a rezar Padrenuestros. Luego, la entrada al colegio industrial. En Quilmes atardecía a las 6 y media de la tarde si acaso era invierno. La peatonal Rivadavia fue el escenario para la aventura del crecimiento.
Los recuerdos de esa primera casa de la infancia, las decepciones y complicidades con los amigos, dolorosas tensiones familiares y aquella tele en blanco y negro que lo acompañó tanto en ocios como en los días que practicaba las anginas: son algunas de las líneas argumentales que van conformando esta historia tan característica, cercana y mágica. Desde el doloroso cambio de aula que lo ha alejado de un amigo querido hasta el primer desengaño amoroso, Patricio discurre por la ciudad, arropado en las idas y venidas de los trenes y los autobuses que aún hoy enmarañan la provincia de Buenos Aires. Quilmes será el lugar donde se teja este camino hacia un inesperado desenlace, tan brusco como inherente a la fragilidad humana.
Calidad literaria, las mañanas ateridas cuando esperábamos el autobús, el pupitre garabateado y nuestras primeras lecciones en la escuela de la vida: todo se junta en una obra de lectura sinusoidal.
Los recuerdos de esa primera casa de la infancia, las decepciones y complicidades con los amigos, dolorosas tensiones familiares y aquella tele en blanco y negro que lo acompañó tanto en ocios como en los días que practicaba las anginas: son algunas de las líneas argumentales que van conformando esta historia tan característica, cercana y mágica. Desde el doloroso cambio de aula que lo ha alejado de un amigo querido hasta el primer desengaño amoroso, Patricio discurre por la ciudad, arropado en las idas y venidas de los trenes y los autobuses que aún hoy enmarañan la provincia de Buenos Aires. Quilmes será el lugar donde se teja este camino hacia un inesperado desenlace, tan brusco como inherente a la fragilidad humana.
Calidad literaria, las mañanas ateridas cuando esperábamos el autobús, el pupitre garabateado y nuestras primeras lecciones en la escuela de la vida: todo se junta en una obra de lectura sinusoidal.