Los pensamientos no cambian mucho con el tiempo. Lo que no conocemos es siempre imposible y la ciencia ficción reemplaza muchas veces los acontecimientos futuros. La realidad, sí, somos más de siete millardos de seres humanos y cada año nos incrementamos en más de cien millones, alienados en el consumismo a través de la etiqueta de la globalización, el gran invento de las corporaciones que, inteligente y astutamente, nos llevan a desproteger cada vez más nuestro planeta.
Todo lo escrito puede ser imaginación o quizás no, demasiada vanidad es creer que no es intrascendente pero también, mucho escepticismo es pensar que nada puede ser verdad. Lo que me lleva a preguntar: ¿De qué se alimenta la creatividad? ¿No es acaso de lo captado en lo cotidiano a través de miles de células que navegan imperceptibles e imparables por nuestro indesciflable cerebro?.
Esta historia empezó un día como otro cualquiera, tan extraña como repentina, en ella hay un gran mensaje: Iniciar una reacción en cadena de conciencia ecológica para preservar nuestro hábitat y así, asegurar un futuro a nuevas generaciones.
Todo lo escrito puede ser imaginación o quizás no, demasiada vanidad es creer que no es intrascendente pero también, mucho escepticismo es pensar que nada puede ser verdad. Lo que me lleva a preguntar: ¿De qué se alimenta la creatividad? ¿No es acaso de lo captado en lo cotidiano a través de miles de células que navegan imperceptibles e imparables por nuestro indesciflable cerebro?.
Esta historia empezó un día como otro cualquiera, tan extraña como repentina, en ella hay un gran mensaje: Iniciar una reacción en cadena de conciencia ecológica para preservar nuestro hábitat y así, asegurar un futuro a nuevas generaciones.