Cuando murió, tuve la fortuna que una de sus libretas cayera en mis manos. Sorprendentemente, había cumplido en vida la mayoría de sus deseos: Tocar el piano, aprender Islandés, practicar yoga regularmente y meditación, dar estudios universitarios a sus hijos, pintar al óleo, visitar los cinco continentes y a sus gentes, residir en el extranjero... Pero lo que más me llamó la atención, fue que entre todas las anotaciones, ninguna hacía referencia al dinero.
Algunas veces, aparece algún desconocido que nos echa una mano en una situación desesperada y luego vuelve a desaparecer. Dios se vale de los propios hombres para ajusticiar y premiarles.Debido a la deshumanización que impera, el colectivo de los yoguis, es de los pocos que le quedan. El yogui se entrena a diario, para que su capacidad de reacción a la hora de ayudar, no se atrofie. Siempre a punto para correr hacia el peligro en contra de la corriente.
Algunas veces, aparece algún desconocido que nos echa una mano en una situación desesperada y luego vuelve a desaparecer. Dios se vale de los propios hombres para ajusticiar y premiarles.Debido a la deshumanización que impera, el colectivo de los yoguis, es de los pocos que le quedan. El yogui se entrena a diario, para que su capacidad de reacción a la hora de ayudar, no se atrofie. Siempre a punto para correr hacia el peligro en contra de la corriente.