En el desván de una vieja casona en Ámsterdam, Ana Frank permaneció oculta junto con su familia durante poco más de dos años. Fue allí, en un ambiente de temor y de amenaza constante, donde comenzó a escribir el relato de su corta existencia, el viaje introspectivo que la ayudaría a resistir su cautiverio.
Las páginas de su diario, llenas de vocación literaria, conservan el cándido y al mismo tiempo agudo testimonio de una niña que a sus 13 años, edad en la que se comienza a descubrir el mundo, se enfrentó a una de las caras más crueles de la humanidad: la xenofobia. Aquella pesadilla que comienza cuando alguien se cree por encima de los otros, y que culmina a veces con la destrucción de la vida y dignidad de aquellos que son estigmatizados como “diferentes”.
Su escrito más que un documento acerca del holocausto judío, es un llamado a la conciencia histórica, un recordatorio de los errores del pasado, que no difieren de los de nuestra propia época. Es una obra clásica, universal, que sensibiliza sobre la siempre anhelada paz y tolerancia entre los hombres.
Las páginas de su diario, llenas de vocación literaria, conservan el cándido y al mismo tiempo agudo testimonio de una niña que a sus 13 años, edad en la que se comienza a descubrir el mundo, se enfrentó a una de las caras más crueles de la humanidad: la xenofobia. Aquella pesadilla que comienza cuando alguien se cree por encima de los otros, y que culmina a veces con la destrucción de la vida y dignidad de aquellos que son estigmatizados como “diferentes”.
Su escrito más que un documento acerca del holocausto judío, es un llamado a la conciencia histórica, un recordatorio de los errores del pasado, que no difieren de los de nuestra propia época. Es una obra clásica, universal, que sensibiliza sobre la siempre anhelada paz y tolerancia entre los hombres.
