Baudrillard plantea la disolución de lo real como un crimen perfecto perpetuado por la tecnología. La realidad es desmaterializada en la realidad virtual y los objetos pierden su sombra para volverse transparentes en las pantallas de efectos luminosos, producto de la codificación del lenguaje de máquina. Se asiste entonces a una especie de mistificación al hacer responsable de un crimen a una cosa sin voluntad ni intencionalidad, requisititos indispensables para tipificar a un criminal.
“Asesino Perfecto” apunta a poner rostro humano al responsable del crimen perfecto. El prototipo del crimen perfecto es el asesinato perfecto. Para llevarlo a cabo, se requiere un asesino perfecto. Para identificar sus características, se toma la metáfora del asesino perfecto construida por Luc Besson en sus películas Nikita de 1990 y Leon (El profesional) de 1994.
El asesino perfecto es una persona deshumanizada para convertirla en instrumento de la supresión del otro en una lógica de la doble negación como algo positivo. Este tipo de proceder es propio de algunos sectores de la sociedad, caracterizados por la irracionalidad.
Se ha planteado en la era postmoderna volver a definir las bases de la racionalidad. El problema de la modernidad no es la racionalidad, sino la irracionalidad. Se requiere por tanto una reflexión centrada en la des-mistificación de la tecnología como ser de voluntad y con intencionalidad, para evidenciar a los verdaderos responsables de la supresión del otro y lo otro.
“Asesino Perfecto” apunta a poner rostro humano al responsable del crimen perfecto. El prototipo del crimen perfecto es el asesinato perfecto. Para llevarlo a cabo, se requiere un asesino perfecto. Para identificar sus características, se toma la metáfora del asesino perfecto construida por Luc Besson en sus películas Nikita de 1990 y Leon (El profesional) de 1994.
El asesino perfecto es una persona deshumanizada para convertirla en instrumento de la supresión del otro en una lógica de la doble negación como algo positivo. Este tipo de proceder es propio de algunos sectores de la sociedad, caracterizados por la irracionalidad.
Se ha planteado en la era postmoderna volver a definir las bases de la racionalidad. El problema de la modernidad no es la racionalidad, sino la irracionalidad. Se requiere por tanto una reflexión centrada en la des-mistificación de la tecnología como ser de voluntad y con intencionalidad, para evidenciar a los verdaderos responsables de la supresión del otro y lo otro.