Jesús Azcona es un buen periodista, aunque es muy posible que él no lo sepa. Subido a las alturas de su columna, es de los que saben escupir sin inmutarse en el ojo propio, al mismo tiempo que en el ojo ajeno del protagonista, y de paso salpicar a unos cuantos que esperaban en la cola de la guagua. Sus artículos nos vienen a decir: “Basta ya de melindres paranoicas, basta de anotar los fallos, inexactitudes e imprecisiones, basta de alinear acusaciones genéricas contra todo y todos. Es hora de identificar a los malos”. Azcona es de los pocos tipos capa-ces de humanizar a las grandes figuras que rigen nuestros destinos y situarlas en el lugar de donde nunca debían haber levantado el vuelo para cagarnos las cabezas: en el corral humano. Francisco Pomares.
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