En este poemario, Mois Benarroch hace un retrato muy personal de la migración y del arte de vivir entre dos mundos sin pertenecer a ninguno. Incluye su poema más celebrado, que es el que da nombre a este libro.
El té nunca llegó
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Los aviones volaron sobre nosotros
los trenes dejaron la estación
pero el té nunca llegó.
Nos bebimos el agua
nos bebimos el jugo
pero el té nunca llegó.
Esperamos hasta que olvidamos
qué estábamos esperando
pero el té nunca llegó.
Escuchamos bombas afuera algunos dijeron
que era una guerra, otros que sólo un robo
pero el té nunca llegó.
Algunos nos hicimos viejos, muy viejos
nuestros dientes se salieron, nuestra barba encaneció
pero el té nunca llegó.
Y sin embargo nunca nadie preguntó por el té
nadie en realidad recordó
qué estábamos esperando, y eso no ayudó
el té nunca llegó.
El té nunca llegó
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Los aviones volaron sobre nosotros
los trenes dejaron la estación
pero el té nunca llegó.
Nos bebimos el agua
nos bebimos el jugo
pero el té nunca llegó.
Esperamos hasta que olvidamos
qué estábamos esperando
pero el té nunca llegó.
Escuchamos bombas afuera algunos dijeron
que era una guerra, otros que sólo un robo
pero el té nunca llegó.
Algunos nos hicimos viejos, muy viejos
nuestros dientes se salieron, nuestra barba encaneció
pero el té nunca llegó.
Y sin embargo nunca nadie preguntó por el té
nadie en realidad recordó
qué estábamos esperando, y eso no ayudó
el té nunca llegó.