Entre amores y desamores corre la existencia, toda la existencia humana. Y parte de eso nos lo enseña la autora en esta historia novelada, que la descubre, una vez más, como escritora de fuste, decantada, sin temores a lo mundano, capaz de exprimir las desgracias hasta obtener de éstas algún zumo de sublimidad. Vivir el amor y sufrirlo es el acto que más dice sobre la vida y el que le otorga su mejor sentido, revelándonos la vocación, la trascendencia. Pero recrear el amor mediante la escritura y comprometer anímicamente al lector haciéndolo presa de juegos infinitos hasta que haga suyas las angustias, las ansiedades, los momentos de explosión sideral provocados por la misma narración, es obra única de la imaginería, del encantamiento, de los maravillosos hechiceros de la palabra.
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