«Este libro no existe sin usted. Se trata de usted. Lo escribió usted.»
Así empieza el libro. Ahora, en la sinopsis, debería aparecer un resumen para intrigar al lector, explicarle, más o menos, qué encontrará en el libro para atraer y encauzar la lectura, las posibilidades de lectura. Como si un amigo le contará de qué trata, sólo que no es, exactamente, su amigo. Puede que se parezca más a un anuncio, pero tampoco lo es. Se hace difícil afirmar con rotundidad. Se supone que la sinopsis debería saber algo pero, ¿qué podría decir acerca de este libro? Son relatos, en todos hay un narrador pero a veces el narrador decide dejar de serlo y, entonces, usted tiene que serlo... Lo que es seguro es que este libro, sus narradores, sus personajes y sus historias son perfectamente conscientes de que sin usted no existen: necesitan ser leídos... o escritos.
Josemaría Camacho recoge, en la mayoría de sus cuentos, esa tradición literaria que, desde Unamuno a Pirandello, nos enseña una literatura y unos personajes vivos que trascienden el papel. Como lectores damos por hecho que el narrador nos va a explicar una historia que transcurre de un modo, y que no puede suceder de otra manera. Estamos convencidos que el narrador sabe lo que hace pero, en realidad, puede que sólo esté improvisando, o que no tenga ni idea de lo que está haciendo. ¿Qué pasa cuando el narrador duda, o se aburre? Igualmente, ¿quién crea realmente la historia? ¿Acaso puede existir un libro sin un lector que lo lea? Y los personajes, ¿existen antes o después de que se lean? En Imagine un pez se alternan cuentos de corte más clásico con otros que juegan con los límites de la literatura. Las historias se mecen y hacen saltar al lector dentro y fuera de sus páginas porque él, y sólo él, puede empezar y acabar con la literatura.
Así empieza el libro. Ahora, en la sinopsis, debería aparecer un resumen para intrigar al lector, explicarle, más o menos, qué encontrará en el libro para atraer y encauzar la lectura, las posibilidades de lectura. Como si un amigo le contará de qué trata, sólo que no es, exactamente, su amigo. Puede que se parezca más a un anuncio, pero tampoco lo es. Se hace difícil afirmar con rotundidad. Se supone que la sinopsis debería saber algo pero, ¿qué podría decir acerca de este libro? Son relatos, en todos hay un narrador pero a veces el narrador decide dejar de serlo y, entonces, usted tiene que serlo... Lo que es seguro es que este libro, sus narradores, sus personajes y sus historias son perfectamente conscientes de que sin usted no existen: necesitan ser leídos... o escritos.
Josemaría Camacho recoge, en la mayoría de sus cuentos, esa tradición literaria que, desde Unamuno a Pirandello, nos enseña una literatura y unos personajes vivos que trascienden el papel. Como lectores damos por hecho que el narrador nos va a explicar una historia que transcurre de un modo, y que no puede suceder de otra manera. Estamos convencidos que el narrador sabe lo que hace pero, en realidad, puede que sólo esté improvisando, o que no tenga ni idea de lo que está haciendo. ¿Qué pasa cuando el narrador duda, o se aburre? Igualmente, ¿quién crea realmente la historia? ¿Acaso puede existir un libro sin un lector que lo lea? Y los personajes, ¿existen antes o después de que se lean? En Imagine un pez se alternan cuentos de corte más clásico con otros que juegan con los límites de la literatura. Las historias se mecen y hacen saltar al lector dentro y fuera de sus páginas porque él, y sólo él, puede empezar y acabar con la literatura.