Una bodega de cuarenta cuentos publicados en antologías, revistas y
periódicos de Hispanoamérica que con el paso de las páginas no solo va
describiendo el camino de la infancia a la vejez sino de paso la última
década de la vida del autor.«Aquí pueden leerse 41 de los 55 cuentos que
he escrito de enero de 2000 a diciembre de 2010. Este libro fue
creciendo, en los últimos diez años, hasta convertirse en una bodega de
relatos que me tienen en común: un cofre en todos los sentidos que pueda
darle la imaginación a la palabra #cofre#. En un principio, hacia 2003,
quiso ser un compendio de ficciones íntimas, una suma de tramas que daba
como resultado el registro del paso del tiempo: de la infancia a la
vejez con las escalas que sabemos. Después, gracias a una serie de
antologías que varios editores llevaron a cabo sin ponerse de acuerdo, y
por cuenta de las ficciones que escribí para El Espectador, El Tiempo y
SoHo, se transformó en esta urna que abriré en cincuenta años para saber
qué clase de persona he sido.»Ricardo Silva Romero
periódicos de Hispanoamérica que con el paso de las páginas no solo va
describiendo el camino de la infancia a la vejez sino de paso la última
década de la vida del autor.«Aquí pueden leerse 41 de los 55 cuentos que
he escrito de enero de 2000 a diciembre de 2010. Este libro fue
creciendo, en los últimos diez años, hasta convertirse en una bodega de
relatos que me tienen en común: un cofre en todos los sentidos que pueda
darle la imaginación a la palabra #cofre#. En un principio, hacia 2003,
quiso ser un compendio de ficciones íntimas, una suma de tramas que daba
como resultado el registro del paso del tiempo: de la infancia a la
vejez con las escalas que sabemos. Después, gracias a una serie de
antologías que varios editores llevaron a cabo sin ponerse de acuerdo, y
por cuenta de las ficciones que escribí para El Espectador, El Tiempo y
SoHo, se transformó en esta urna que abriré en cincuenta años para saber
qué clase de persona he sido.»Ricardo Silva Romero