Crusat ha escrito un ensayo tan documentado y pasional como el mismo material con el que ha trabajado: arrancando desde una particular historia no académica del arte biográfico –De Quincey, Aubrey, Diógenes Laercio, Boswell–, Vidas de vidas traza un mapa complejo y apasionante de una de las tradiciones más subyugantes y originales del siglo xx: la «vida imaginaria». Tomando principalmente la obra de Marcel Schwob, Cristian Crusat logra dejar al descubierto todos los puentes que se tienden entre el pasado y el presente para desvelar los mecanismos de este microgénero que se prolonga y consolida en la literatura en español con los deslumbrantes casos de Borges, Reyes, Wilcock, Bioy Casares y Bolaño.
Riguroso y creativo al mismo tiempo –constantemente salpicado de anécdotas y líneas de fuga que pasan de autores como Tabucchi o Kiš a Jaeggy o Michon–, Vidas de vidas hace visible y coherente esa importante constelación de autores tan diferentes, una tradición consciente, reconocible y uniforme, que en este libro se transforma en una nueva forma de leer la historia de la literatura.
Un libro sobre libros que le ha valido a Cristian Crusat el VI Premio Málaga de Ensayo, una lectura sobre lecturas en la que se conjugan las visiones creativa y comparatista de las tradiciones europeas y americanas del siglo xx, porque «vista así, la historia literaria confirma su naturaleza flexible, maleable y simultánea, características todas –también– de la dimensión imaginativa del hombre».
Riguroso y creativo al mismo tiempo –constantemente salpicado de anécdotas y líneas de fuga que pasan de autores como Tabucchi o Kiš a Jaeggy o Michon–, Vidas de vidas hace visible y coherente esa importante constelación de autores tan diferentes, una tradición consciente, reconocible y uniforme, que en este libro se transforma en una nueva forma de leer la historia de la literatura.
Un libro sobre libros que le ha valido a Cristian Crusat el VI Premio Málaga de Ensayo, una lectura sobre lecturas en la que se conjugan las visiones creativa y comparatista de las tradiciones europeas y americanas del siglo xx, porque «vista así, la historia literaria confirma su naturaleza flexible, maleable y simultánea, características todas –también– de la dimensión imaginativa del hombre».