A unos diez kilómetros de la célebre ciudad de Manha-ttoes, en aquel brazo de mar que queda entre el con-tinente y Nassau o Long Island, se encuentra una angostura donde la corriente queda violentamente compri-mida entre los promontorios que se proyectan hacia el mar y las rocas que forman numerosos peñascales. En el mejor de los casos, por ser una corriente violenta e impetuosa, ataca estos obstáculos con poderosa rabia: hirviendo en tor-bellinos con ruido ensordecedor y deshaciéndose en olas; rabiando y rugiendo en fuerte oleaje; en una palabra, cayendo en un paroxismo equivocado. En esas ocasiones, ¡ay de la desgraciada embarcación que se aventurase entre sus garras!
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