Estas memorias, retrato de una década de confinamiento solitario en Lanta Buur, son algo más que un testimonio, son la demostración de cuántos recursos puede encontrar el ser humano, aún en plena juventud para sobrevivir en amargas circunstancias cuando parecen cerrados todos los caminos y solo queda la esperanza. Reto a la soledad, de Orlando Cardoso Villavicencio atrapa al lector por la honestidad y valentía de su narración, por mostrarnos sin ambages las debilidades de un joven en encierro e incomunicación total, que soportó durante mucho tiempo la agonía de los torturados en una celda cenia, la falta de sueño, de alimentos y medicinas. Solo las visitas del Comité Internacional de la Cruz Roja a quienes él llama sus “ángeles guardianes” lograron llevar alivio y esperanza en aquellas durísimas condiciones. Desbordan en cada línea del libro el humanismo, la sencillez, la nobleza y entereza de este joven, único sobreviviente de una emboscada durante el conflicto somalo-etíope de 1978.
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