En este auto sacramental se desenvuelve una alegoría mariana. Se trata del traslado milagroso de la Casa de Loreto por medio de ángeles, aprovechando este tema para ofrecer un análisis profundo del carácter humano. Para superar los obstáculos que tal carácter le impone, el hombre debe confiar en la Señora Madre de Jesús:
"Que para darle a María,
puesto en ella el pensamiento,
todos nuestros corazones
en nuestras manos tenemos"
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