¿Nos atrevemos a proyectar la democracia en el futuro? La novela juega a eso mostrándonos a una sociedad alineada donde el «frikismo» campa sus anchas. El jardín hueco es una distopía cercana a "Un mundo feliz" de Aldous Huxley (con toques hilarantes y trágicos a partes iguales). También puede verse como una alegoría sobre la inconsciencia. Será al final, cuando el protagonista viaje a Sudamérica, que la novela alcanzará todo su sentido...
Opinión de una lectora:
«Esta novela se ambienta en un mundo donde la sociedad se ha idiotizado, al parecer, a causa de un virus que ha conseguido saltar de las pantallas de los ordenadores a los humanos, causándoles distintos grados de autismo y estupidez. Siendo catalogada como futurista, creo que podemos permitirnos la licencia de leer esta novela aplicándola a nuestro momento actual: teniendo todos los medios tecnológicos para comunicarnos e informarnos cada vez mejor y más eficientemente, estos mismos medios nos están aislando, anulando nuestra capacidad crítica y de razocinio; de alguna manera, nosotros también hemos sido atacados por un virus tecnológico, aunque sea metafórico, que nos idiotiza y aisla. Como en El Jardín Hueco, vivimos en una era de la comunicación y la información donde cada vez nos cuesta más comunicarnos e informarnos, cada vez estamos más vacíos y nos encontramos más indefensos ante la manipulación (política, consumista, religiosa), aspectos todos que el autor señala indirectamente a través de las vivencias de unos personajes que en ocasiones me han inspirado ternura, mezquindad, compasión, admiración... pero siempre me han parecido entrañables, quizá porque en algún momento, he podido identificarme con ellos y sus actuaciones (aunque, por el momento, las situaciones que ellos viven aún sean exageraciones en nuestro mundo... pero tiempo al tiempo). Lo mejor del libro, no son la crítica y la reflexión a las que invita, sino que éstas se consiguen a través del humor y de una escritura sencilla, amena, clara y sólo amable en apariencia; pues tras esas situaciones hilarantes que provocan las risas del lector por su absurdez, el autor está despertando conciencias a bofetadas, cuando no apuñala al sistema político, al de comunicación, a las relaciones sociales, a las organizaciones empresariales y hasta a los placebos espirituales que prometen felicidad a cambio de dinero tangible. En resumen: un libro necesario, reflexivo, de denuncia... y, sin embargo, extremadamente divertido y ligero (delirantes la empresa que funciona a lo Star Trek y el partido de abstencionistas que ganas las elecciones). No se lo pierdan».
Por Nati Aranda, febrero de 2013
Opinión de una lectora:
«Esta novela se ambienta en un mundo donde la sociedad se ha idiotizado, al parecer, a causa de un virus que ha conseguido saltar de las pantallas de los ordenadores a los humanos, causándoles distintos grados de autismo y estupidez. Siendo catalogada como futurista, creo que podemos permitirnos la licencia de leer esta novela aplicándola a nuestro momento actual: teniendo todos los medios tecnológicos para comunicarnos e informarnos cada vez mejor y más eficientemente, estos mismos medios nos están aislando, anulando nuestra capacidad crítica y de razocinio; de alguna manera, nosotros también hemos sido atacados por un virus tecnológico, aunque sea metafórico, que nos idiotiza y aisla. Como en El Jardín Hueco, vivimos en una era de la comunicación y la información donde cada vez nos cuesta más comunicarnos e informarnos, cada vez estamos más vacíos y nos encontramos más indefensos ante la manipulación (política, consumista, religiosa), aspectos todos que el autor señala indirectamente a través de las vivencias de unos personajes que en ocasiones me han inspirado ternura, mezquindad, compasión, admiración... pero siempre me han parecido entrañables, quizá porque en algún momento, he podido identificarme con ellos y sus actuaciones (aunque, por el momento, las situaciones que ellos viven aún sean exageraciones en nuestro mundo... pero tiempo al tiempo). Lo mejor del libro, no son la crítica y la reflexión a las que invita, sino que éstas se consiguen a través del humor y de una escritura sencilla, amena, clara y sólo amable en apariencia; pues tras esas situaciones hilarantes que provocan las risas del lector por su absurdez, el autor está despertando conciencias a bofetadas, cuando no apuñala al sistema político, al de comunicación, a las relaciones sociales, a las organizaciones empresariales y hasta a los placebos espirituales que prometen felicidad a cambio de dinero tangible. En resumen: un libro necesario, reflexivo, de denuncia... y, sin embargo, extremadamente divertido y ligero (delirantes la empresa que funciona a lo Star Trek y el partido de abstencionistas que ganas las elecciones). No se lo pierdan».
Por Nati Aranda, febrero de 2013