Al terminar con la charla, ya bastante avanzada la noche, Jaime notó que había hablado mucho más que ella, y a ella no le molestó; le gustó todavía más esa joven, y la invitó a almorzar al día siguiente aun cuando no lograba recordar que se llamaba Deyanira. Así fue que junto al mar Caribe, sin siquiera imaginarlo ni proponérselo, se conocieron y tomaron decisiones que resultaron definitivas para el resto de sus vidas. Pronto, y con calma, este relato revelará estos sucesos asombrosos y sorprendentes, porque, como es sabido por todos, la realidad siempre es imperfecta.
Este sitio es seguro
Usted está en un sitio seguro, habilitado para SSL. Todas nuestras fuentes son constantemente verificadas.