Ediciones Carena. 2008. 714 p. Cervantes Vs. Figueroa: La puntual correspondencia
Por primera vez se reedita el Don Quijote de Avellaneda (dQA) siguiendo el texto de su auténtica edición príncipe del libro, recientemente descubierta por Enrique Suárez Figaredo, también autor del estudio Cervantes vs. Figueroa: ‘la puntual merecida correspondencia’: artículos en su día publicados en la Revista Electrónica LEMIR, en que presenta a Cristóbal Suárez de Figueroa como el posible verdadero autor de este inquietante libro.
En el verano de 1614, cuando Cervantes dedicaba a su Persiles y Sigismunda el tiempo que debiera dedicar a la prometida segunda parte de su Quijote, cayó en sus manos un libro que le conturbó: Segundo tomo del ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, compuesto por el licenciado Alonso Fernández de Avellaneda, natural de la villa de Tordesillas, burlescamente dedicado Al alcalde, regidores y hidalgos de la noble villa del Argamesilla, patria feliz del hidalgo caballero don Quijote de la Mancha. En el prólogo se vio tratar de viejo, tullido, agrio, envidioso, maldiciente, escritor caduco, hombre sin amigos…; pero aquel Quijote le espoleó a completar lo que quizá nunca habría acabado, le sugirió aventuras urbanas para sus personajes, mayor protagonismo para Sancho… Es gracias al fingido Avellaneda que el refrán ‘Nunca segundas partes fueron buenas’ tiene excepción que lo confirme. Se le ha venido considerando pésimo novelista, plagiario, de estilo torpe y escatológico; pero su novela es de las mejor andamiadas de la época, y no ha faltado quien la califique como la mejor… después del Quijote de Cervantes.
Por primera vez se reedita el Don Quijote de Avellaneda (dQA) siguiendo el texto de su auténtica edición príncipe del libro, recientemente descubierta por Enrique Suárez Figaredo, también autor del estudio Cervantes vs. Figueroa: ‘la puntual merecida correspondencia’: artículos en su día publicados en la Revista Electrónica LEMIR, en que presenta a Cristóbal Suárez de Figueroa como el posible verdadero autor de este inquietante libro.
En el verano de 1614, cuando Cervantes dedicaba a su Persiles y Sigismunda el tiempo que debiera dedicar a la prometida segunda parte de su Quijote, cayó en sus manos un libro que le conturbó: Segundo tomo del ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, compuesto por el licenciado Alonso Fernández de Avellaneda, natural de la villa de Tordesillas, burlescamente dedicado Al alcalde, regidores y hidalgos de la noble villa del Argamesilla, patria feliz del hidalgo caballero don Quijote de la Mancha. En el prólogo se vio tratar de viejo, tullido, agrio, envidioso, maldiciente, escritor caduco, hombre sin amigos…; pero aquel Quijote le espoleó a completar lo que quizá nunca habría acabado, le sugirió aventuras urbanas para sus personajes, mayor protagonismo para Sancho… Es gracias al fingido Avellaneda que el refrán ‘Nunca segundas partes fueron buenas’ tiene excepción que lo confirme. Se le ha venido considerando pésimo novelista, plagiario, de estilo torpe y escatológico; pero su novela es de las mejor andamiadas de la época, y no ha faltado quien la califique como la mejor… después del Quijote de Cervantes.