Un hombre monologa frente al pelotón de fusilamiento que le asesinará. En su discurso da cuenta del último mes de vida, un caos de podredumbre en un país latinoamericano que se desangra desde cada esquina. Sus últimas palabras rememoran la desesperanza de una generación perdida entre las drogas, el sexo y la incertidumbre de un régimen totalitario y homofóbico que solo es capaz de impulsar el miedo.
Y así, reconociéndose como un ápice irrelevante del país que se cae a pedazos, tal como nos lo cuenta la voz frente a los soldados "Es necesario que se entienda: no queremos el poder de los asideros, lo que buscamos es adueñarnos de las cloacas", la fuerza de sus odios impone un descenso hasta el fondo de los excesos en que estos amigos se ven involucrados en un puro e incuestionable acto de hedonismo y rabia.
Por otra parte, en un juego de guiños y espejos, un joven soldado que no ha sabido asimilar su orientación sexual, registra las horas que le siguen a una orden de sus superiores: formar parte del primer comando de exterminio que pretende limpiar la ciudad de lo “lascivia de los homosexuales”.
Y así, reconociéndose como un ápice irrelevante del país que se cae a pedazos, tal como nos lo cuenta la voz frente a los soldados "Es necesario que se entienda: no queremos el poder de los asideros, lo que buscamos es adueñarnos de las cloacas", la fuerza de sus odios impone un descenso hasta el fondo de los excesos en que estos amigos se ven involucrados en un puro e incuestionable acto de hedonismo y rabia.
Por otra parte, en un juego de guiños y espejos, un joven soldado que no ha sabido asimilar su orientación sexual, registra las horas que le siguen a una orden de sus superiores: formar parte del primer comando de exterminio que pretende limpiar la ciudad de lo “lascivia de los homosexuales”.