RESEÑA:
No te dejes llevar por la superficie de las cosas, este poemario nada tiene que ver con el sexo, o sí, pero no con lo explícito del mismo, sino con el sentir de la piel contra la piel, de la fricción de la piel del sufrimiento contra la piel del mundo. El follador del puerto (Carmen adentro), es un poemario donde el poeta Jorge Rodríguez Hidalgo, muestra, además de un extenso conocimiento del lenguaje que os enamorará, el sentir de la realidad desde el dolor del sentir la vida como carga, como recuerdo que desea ser bagaje. Porque la vida, sea la que nos haya tocado o la que nos hayamos hecho, siempre puede ser reconstruida, en cualquier puerto: Sólo hace falta soplar...
FRAGMENTO:
Mi infancia son recuerdos que invento cada día:
Mi madre lavaba sudarios
a mano, desfollaba el presente
en busca del pasado.
Mi padre moría cada noche,
tiznado de pasado, nocturno de presente.
No bastaba con ser hombres:
Apenas alcanzaba su muerte
para retornarles la vida.
Y yo, sin saberlo, era un carroñero
que se amamantaba de sus ubres de muerte.
Reo de muerte, niño de muerte,
hombre en muerte concebido,
niño contrahecho perseguido
por la leche del infierno.
Mi infancia son recuerdos del huerto
en que mi madre sembraba sufrimientos
y de la mano firme que recolectaba denuestos
a la hora de comer.
Mi infancia son recuerdos que invento con el día
avanzado, cuando nada es real
y el sol funde fantasmas
en el suelo -bajorrelieves primerizos
de seres que en su otredad
recreo, sin carne, sin alma, sin musgo, sin tiempo.
Todos los hombres son iguales,
todas las sombras se ajustan
al patrón de lo soñado.
Pero en el sueño no se ha obrado
el sabor de la simiente,
y yo vengo a cobrarlo.
Mi madre despellejaba sueños
con la bata pobre
antes de que “el parte” la llamase
por su nombre: “Asesina, asesina”,
decía un hombre.
Mi padre estrangulaba las horas
en una fábrica de lámparas
como un Hades multiforme.
¡Cuánta luz sin luces!
¡Cuánto alumbrar rejones
de suerte encendida!
Mi padre estrangulaba las horas
para robarles el aire, la vida
que después, escondida
en los bolsillos, nos entregaba
despacio, racionada,
no fuera un hartazgo de muerte.
AUTOR:
Jorge Rodríguez Hidalgo (Cornellá de Llobregat, Barcelona, 1961) es Licenciado en Ciencias de la Información por la Universitat Autònoma de Barcelona. Ha colaborado en diversos medios de comunicación barceloneses y madrileños, labor que ha alternado con quehaceres editoriales. En el ámbito de la literatura, ha publicado los poemarios Humanódromo (Barcelona, 1997) y La sobriedad de la distancia (Madrid, 2004). En la actualidad, prepara en el mismo género las obras Suma de desmesuras. Paisajes con derrotas y El revolt i la memòria, este último escrito en la bella llengua catalana, como le gustaba decir a Cervantes. Rodríguez Hidalgo ha cultivado también la novela con La última vuelta del perro (Zaragoza, 2007). En el sufrido terreno de la traducción, ha vertido al castellano la obra francesa Brasil (Barcelona, 1999), texto a cuatro manos de Isabelle Maltor y Monique Badaró-Campos. Por último, ha traducido al gran autor ampurdanés Josep Pla en Diccionario Pla de literatura (2001), según la compilación del mallorquín Valentí Puig, y La Segunda República española. Una crónica, 1931-1936 (2006).
No te dejes llevar por la superficie de las cosas, este poemario nada tiene que ver con el sexo, o sí, pero no con lo explícito del mismo, sino con el sentir de la piel contra la piel, de la fricción de la piel del sufrimiento contra la piel del mundo. El follador del puerto (Carmen adentro), es un poemario donde el poeta Jorge Rodríguez Hidalgo, muestra, además de un extenso conocimiento del lenguaje que os enamorará, el sentir de la realidad desde el dolor del sentir la vida como carga, como recuerdo que desea ser bagaje. Porque la vida, sea la que nos haya tocado o la que nos hayamos hecho, siempre puede ser reconstruida, en cualquier puerto: Sólo hace falta soplar...
FRAGMENTO:
Mi infancia son recuerdos que invento cada día:
Mi madre lavaba sudarios
a mano, desfollaba el presente
en busca del pasado.
Mi padre moría cada noche,
tiznado de pasado, nocturno de presente.
No bastaba con ser hombres:
Apenas alcanzaba su muerte
para retornarles la vida.
Y yo, sin saberlo, era un carroñero
que se amamantaba de sus ubres de muerte.
Reo de muerte, niño de muerte,
hombre en muerte concebido,
niño contrahecho perseguido
por la leche del infierno.
Mi infancia son recuerdos del huerto
en que mi madre sembraba sufrimientos
y de la mano firme que recolectaba denuestos
a la hora de comer.
Mi infancia son recuerdos que invento con el día
avanzado, cuando nada es real
y el sol funde fantasmas
en el suelo -bajorrelieves primerizos
de seres que en su otredad
recreo, sin carne, sin alma, sin musgo, sin tiempo.
Todos los hombres son iguales,
todas las sombras se ajustan
al patrón de lo soñado.
Pero en el sueño no se ha obrado
el sabor de la simiente,
y yo vengo a cobrarlo.
Mi madre despellejaba sueños
con la bata pobre
antes de que “el parte” la llamase
por su nombre: “Asesina, asesina”,
decía un hombre.
Mi padre estrangulaba las horas
en una fábrica de lámparas
como un Hades multiforme.
¡Cuánta luz sin luces!
¡Cuánto alumbrar rejones
de suerte encendida!
Mi padre estrangulaba las horas
para robarles el aire, la vida
que después, escondida
en los bolsillos, nos entregaba
despacio, racionada,
no fuera un hartazgo de muerte.
AUTOR:
Jorge Rodríguez Hidalgo (Cornellá de Llobregat, Barcelona, 1961) es Licenciado en Ciencias de la Información por la Universitat Autònoma de Barcelona. Ha colaborado en diversos medios de comunicación barceloneses y madrileños, labor que ha alternado con quehaceres editoriales. En el ámbito de la literatura, ha publicado los poemarios Humanódromo (Barcelona, 1997) y La sobriedad de la distancia (Madrid, 2004). En la actualidad, prepara en el mismo género las obras Suma de desmesuras. Paisajes con derrotas y El revolt i la memòria, este último escrito en la bella llengua catalana, como le gustaba decir a Cervantes. Rodríguez Hidalgo ha cultivado también la novela con La última vuelta del perro (Zaragoza, 2007). En el sufrido terreno de la traducción, ha vertido al castellano la obra francesa Brasil (Barcelona, 1999), texto a cuatro manos de Isabelle Maltor y Monique Badaró-Campos. Por último, ha traducido al gran autor ampurdanés Josep Pla en Diccionario Pla de literatura (2001), según la compilación del mallorquín Valentí Puig, y La Segunda República española. Una crónica, 1931-1936 (2006).