Un microscópico peregrino emprende un hermoso viaje por el interior del cuerpo humano en busca de respuestas divinas sobre la existencia del hombre. En su andar vive insólitas aventuras pinceladas de armoniosa belleza y alucinantes peligros teñidos de dulces metáforas. El viaje, en un largo y deleitante poema, comienza de esta forma: “Con mi mochila prendida en la espalda y mi cayado aferrado a la esperanza parto a la aventura con el alma llena de sueño e ilusiones. No sé que voy a encontrar en el camino. Arduas y desconocidas son las sendas y la vía bastante ignota, por la que nunca, en sueños o en vida, he transitado, aunque son mías y me pertenecen desde que he nacido”.
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