Decir poeta es decir escultor; es decir artesano que usa su bolígrafo para penetrar la roca virgen que la masa de sustantivos, verbos, adjetivos, analogías y metáforas representan. Este artesano intenta extraer líneas armoniosas, cual voluptuosa diosa griega que toma forma a partir de bloque de mármol, a punta de cincel. Yo no soy poeta, pero si publicar poesía equivale a mostrar el alma desnuda, aquí estoy yo, David Cangá Corozo, aprendiz de artesano del idioma mostrándome en esencia pura. "El cofre de los espejismos" es un intento de explorar mi lado más lúdico, una movida que mi alma reclamaba luego de haber mostrado mi racionalismo implacable en mis anteriores ensayos ("Desenmascarando a Yahvé" y "La Conspiración del ángel Gabriel").
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