Cuerpo adentro construye un espacio poético que se sostiene sobre todo en la voz que lo genera, donde los vacíos del entreverso insinúan o consuman la figuración de una experiencia vital en diversos tonos. Hay en su desarrollo el ejercicio de un sujeto que se desplaza, idas y vueltas de un viaje que termina con la despedida, o la palabra, vueltas sobre su propio sentido para generar otro en la paradoja. Las imágenes recomponen escenas que se levantan en la memoria y el encuentro de algo, el sentido donde menos se espera –particularmente esos «inútiles» de cualquier género–, para llegar a la instancia donde la fusión de la amada y el amado se logra en la voz o el gesto ritualístico de la despedida.
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