Las historias que aquí se narran surgen de un misterioso libro familiar, que las oculta y se resiste a desvelarlas y tienen su punto de partida en don Amaranto, que quiso introducir en Puerto Escondido la modernidad decimonónica y chocó con la ignorancia, la superstición y los obispos de la Iglesia, que iban de la mano. Unen a los personajes principales, con su carga simbólica, ciertos lazos de sangre extendidos a lo largo de distintas épocas. Pero lo que realmente tienen en común es el deseo de huir del ambiente opresivo de este lugar y de los demonios insulares, en definitiva, que destruyen a los que caen en la tentación de regresar. No importa que no quede nada de lo que fue; puede recorrerse con la memoria cuantas veces deseemos, pues José A. Alemán ha conseguido fijar un pasillo imaginario por el que los barcos van y vienen de Puerto Escondido sin salirse jamás de él.
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