“… Al abordar el poemario, uno entra al mundo de la consagración y vive el instante privilegiado. Sus palabras son reflejos del reflejo que se convierte en una posibilidad que purifica el origen. El poeta se desliga de sí mismo, del ilusorio ego que obstaculiza el transporte para vivir, palpar el mundo con plena presencia y con sonora transparencia. La imaginación se hace irresistible, las circunstancias hacen que uno encuentre el espíritu del niño que regresa, el adolescente que vive y el hombre que sueña”.
“…Fortunato es el amante sin amor, es el enamorado que conoce la expiación y los sacrificios y esto hace que erija su propio oráculo y que formule su propio destino, no importa que el mundo se esfume, que pierda su color y su encanto, él lo cubre, recorre sus largos caminos, se siente dichoso, aunque sea de Horizontes perdidos, como el título de una de sus poesías. Es la belleza de saber apreciar la desgracia en toda su magnitud, en su fuerza primigenia aunque represente un peligro, una debilidad, así sea una acusadora manifestación de la absurda vaciedad de todas las formas que hacen perder la creciente falta de libertad”.
“…Fortunato es el amante sin amor, es el enamorado que conoce la expiación y los sacrificios y esto hace que erija su propio oráculo y que formule su propio destino, no importa que el mundo se esfume, que pierda su color y su encanto, él lo cubre, recorre sus largos caminos, se siente dichoso, aunque sea de Horizontes perdidos, como el título de una de sus poesías. Es la belleza de saber apreciar la desgracia en toda su magnitud, en su fuerza primigenia aunque represente un peligro, una debilidad, así sea una acusadora manifestación de la absurda vaciedad de todas las formas que hacen perder la creciente falta de libertad”.