"Producto Interno Bruto" son versos que explican el eterno combate, el que nunca acaba bien: ser y existir. La vida contra el mundo, el tiempo, la sociedad, y viceversa. En resumen, un espíritu consigo mismo. Peleas en las que los luchadores no emiten ni una queja, ni un lamento. La lírica son puñetazos que golpean con toda la fiereza que la sinceridad y la derrota segura permiten. Los límites son un sucedáneo que nadie traga. Una voz que observa y aprende de todo lo que le rodea, también de sí misma y, al final, necesita reírse a carcajadas de lo que ve. Un directo que apunta a la inteligencia del lector, a lo que se encuentra cuando uno comprende la poca importancia de lo que sucede. Una sabiduría ebria que se niega a dejar de pegarse con la vida y que no se vanagloria por ello. El poeta acepta el embate con humor y sigue peleando a cara de perro con la vida. El final todo es un baile, una canción, un qué más da.
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