Para san Agustín, la oración tiene como finalidad encendernos en el amor de Dios, y reavivar en nuestro interior el propio fuego del Espíritu: “¡Oh, Amor, que siempre ardes y nunca te extingues! ¡Caridad, Dios mío, enciéndeme!”
Nuestra vida sólo adquiere pleno sentido en el amor de Dios, no en cosas pasajeras y placeres fugaces: “Nos hiciste, Señor, para ti y nuestro corazón está inquieto hasta que descansa en ti”.
Los “Diez momentos de oración”, nos llevan a reflexionar con san Agustín textos de la Sagrada Escritura, con pistas y orientaciones para orar, siguiendo las huellas del gran Obispo de Hipona.
Llenos del amor de Dios, que recibimos en la oración, ya no habrá nada imposible, porque como dice san Agustín: “El amor lo vence todo”. Que Dios, a través de la oración, llene tu vida de su amor, calor y color.
Nuestra vida sólo adquiere pleno sentido en el amor de Dios, no en cosas pasajeras y placeres fugaces: “Nos hiciste, Señor, para ti y nuestro corazón está inquieto hasta que descansa en ti”.
Los “Diez momentos de oración”, nos llevan a reflexionar con san Agustín textos de la Sagrada Escritura, con pistas y orientaciones para orar, siguiendo las huellas del gran Obispo de Hipona.
Llenos del amor de Dios, que recibimos en la oración, ya no habrá nada imposible, porque como dice san Agustín: “El amor lo vence todo”. Que Dios, a través de la oración, llene tu vida de su amor, calor y color.