No sé de otro libro devocional que haya yo leído y vuelto a leer tantas veces. Es raro encontrar una obra tan llena de palabras de vida eterna. A través de muchos años de cruel sufrimiento, su autor aprendió a ver al Salvador como el Cordero de Dios, y a andar “en los pasos del Cordero”.
—O. Hallesby; Vinderen, Noruega, febrero del 1915El prólogo que acaba de leer lo escribí treinta años atrás para la primera edición de este libro. Hoy no tengo nada que quitar de esa recomendación, ni nada que agregar. Mi único deseo es que este libro, con sus tranquilos arroyuelos de bendición, pueda encontrar su camino hacia adelante y hacia el interior de las almas que sufren.
—O. Hallesby; Vinderen, Noruega; marzo del 1935
—O. Hallesby; Vinderen, Noruega, febrero del 1915El prólogo que acaba de leer lo escribí treinta años atrás para la primera edición de este libro. Hoy no tengo nada que quitar de esa recomendación, ni nada que agregar. Mi único deseo es que este libro, con sus tranquilos arroyuelos de bendición, pueda encontrar su camino hacia adelante y hacia el interior de las almas que sufren.
—O. Hallesby; Vinderen, Noruega; marzo del 1935