El objetivo de esta obra es acercarnos a “la experiencia zen”, tarea quizás difícil ya que las palabras son incapaces de expresar su significado y hasta nos pueden alejar del mismo.
Lo que caracteriza al zen y lo distingue de otras escuelas budistas es precisamente la transmisión de la enseñanza al margen de palabras y escrituras.
Se trata de avivar el poder de la experiencia, del vivir más que del aprender, porque el zen que no es vivencia y experiencia no es zen. El anhelo es que el lector conecte con el zen que emana de su propio mundo interno y que haga de él una forma de vivir y reaccionar que se vaya proyectando en cada una de sus actividades, cualesquiera que sean.
Como transmitieron muchos de los primeros maestros zen, se trata de aprender a pensar, sentir, hablar y actuar con lucidez profunda hasta que cada una de nuestras actividades y procesos psíquicos tengan lugar a la luz de la conciencia plena. Entonces, el buda interior que duerme en las profundidades de nuestro ser habrá despertado.
El Zen es, sobre todas las cosas, una experiencia personal, un camino hacia nosotros mismos que nos enseña a superar los límites intelectuales y nos pone en contacto con niveles más profundos de los que emana la creatividad y la intuición. Consiste en un modo de vivir diferente al habitual, basado en el presente, en la captación del instante, en la aplicación y desarrollo de facultades que se encuentran más allá de la mente racional. Por todo lo anterior, la vía zen se sitúa en ese espacio interior ubicado más allá del pensamiento.
Lo que caracteriza al zen y lo distingue de otras escuelas budistas es precisamente la transmisión de la enseñanza al margen de palabras y escrituras.
Se trata de avivar el poder de la experiencia, del vivir más que del aprender, porque el zen que no es vivencia y experiencia no es zen. El anhelo es que el lector conecte con el zen que emana de su propio mundo interno y que haga de él una forma de vivir y reaccionar que se vaya proyectando en cada una de sus actividades, cualesquiera que sean.
Como transmitieron muchos de los primeros maestros zen, se trata de aprender a pensar, sentir, hablar y actuar con lucidez profunda hasta que cada una de nuestras actividades y procesos psíquicos tengan lugar a la luz de la conciencia plena. Entonces, el buda interior que duerme en las profundidades de nuestro ser habrá despertado.
El Zen es, sobre todas las cosas, una experiencia personal, un camino hacia nosotros mismos que nos enseña a superar los límites intelectuales y nos pone en contacto con niveles más profundos de los que emana la creatividad y la intuición. Consiste en un modo de vivir diferente al habitual, basado en el presente, en la captación del instante, en la aplicación y desarrollo de facultades que se encuentran más allá de la mente racional. Por todo lo anterior, la vía zen se sitúa en ese espacio interior ubicado más allá del pensamiento.