La Ley de Evolución no es una etapa de vida, sino un proceso que contempla muchas etapas de vida.
Este proceso evolutivo se inicia cuando la Fuente crea a una humanidad en la más completa ignorancia. Cada Ser, que compone esa humanidad, sale de la Fuente Creadora como una chispa energética, que va a constituir su Alma, y que va a ser envuelta por otra energía más densa para formar el espíritu.
El Alma será la naturaleza sensitiva del Ser y la productora de Amor. El espíritu será la naturaleza intelectiva del Ser y no producirá amor. El espíritu trabaja bajo el concepto “libertad”. El Alma trabaja bajo el concepto “responsabilidad”. Es decir, en todo el proceso evolutivo, el Ser es libre para hacer, pero responsable de lo que hace.
Todo el proceso evolutivo no es más que para conocer, en forma profunda, la Energía-Amor, que es la Fuente. El proceso evolutivo permitirá al Ser conocer la Energía-Amor hecha materia, luego conocer la Energía-Amor hecha semi-materia, luego conocer la Energía-Amor más pura, más pura, más pura. Cuando todo este conocimiento, que representa millones de años en nuestro contar, esté en el Ser, entonces este Ser habrá alcanzado la perfección.
Como la primera etapa evolutiva es la Energía-Amor hecha materia, entonces el Ser tendrá que conocer y trabajar los mundos más densos o terrestres, y el propio Ser tendrá que vestirse con un cuerpo también denso, construido con los elementos del ambiente.
Una característica fundamental que se agrega a ese cuerpo es que debe ser animalizado porque no sólo le va a permitir al Ser sentirse bien en un planeta, sino que le va a dar lecciones o conocimientos porque sobre todo, al comienzo, le va a influir de sobre manera.
Como el Ser ha sido creado ignorante, no entenderá que se encuentra en un proceso evolutivo y dará toda la importancia a lo material, descuidando su razón espiritual o trascendente. Serán los dolores o las vicisitudes que la Vida le haga pasar, lo que le va a ayudar a reorientar sus acciones y valoraciones.
Por lo tanto, las etapas en la carne deberán ser numerosas y todas relacionadas hasta que el Ser termine por controlar y dominar la materia.
Por lo expresado, nos damos cuenta que la mayor parte de nuestro trabajo evolutivo realizado hasta ahora ha sido conducido básicamente por nuestra naturaleza intelectiva y en el cual nuestra Alma productora de Amor, y quien tiene la capacidad de relacionarnos con quien nos ha creado, casi no ha participado.
Este desequilibrio manifestado entre nuestras naturalezas intelectiva y anímica hace que nuestros actos sean un reflejo más bien del error.
Seres más evolucionados, y que han venido a nuestro planeta, nos han planteado que “la Verdad no es más que Amor”. Si nosotros no amamos y todo se reduce a una acción mental quiere decir que no hemos alcanzado tanta Verdad.
Hace algún tiempo, un grupo de psicólogos investigadores conocidos como “primatólogos” estudiaron el comportamiento de grupos de primates bonobos y chimpancés y concluyeron que el Ser humano tenía reacciones muy parecidas a las de esos animales, razón por la cual uno de estos autores (De Waal, F, 2007) llegó a publicar el libro titulado “el mono que llevamos dentro”.
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Juan Echegaray T
Profesor de Biología por la Universidad de Chile, Chile, y es doctor en Ciencias Biológicas por la Universidad Autónoma de Barcelona, España.
Ha ejercido una intensa actividad docente en los campos de la Biología y Neurobiología, en distintas Universidades de la ciudad de Santiago de Chile, su actual residencia.
Ha dedicado toda su vida al estudio de las Leyes de la Naturaleza, y tratar de entender el Sentido de la Vida.
Fruto de esto es que, en 1996, publica un libro sobre el sentido trascendente de la Ley de Evolución, y hoy resulta este otro libro sobre los Defectos que nos acompañan desde siempre, que condicionan nuestra manera de pensar y de accionar, por lo que es menester suavizarlos y dominarlos para poder crecer evolutivamente.
Este proceso evolutivo se inicia cuando la Fuente crea a una humanidad en la más completa ignorancia. Cada Ser, que compone esa humanidad, sale de la Fuente Creadora como una chispa energética, que va a constituir su Alma, y que va a ser envuelta por otra energía más densa para formar el espíritu.
El Alma será la naturaleza sensitiva del Ser y la productora de Amor. El espíritu será la naturaleza intelectiva del Ser y no producirá amor. El espíritu trabaja bajo el concepto “libertad”. El Alma trabaja bajo el concepto “responsabilidad”. Es decir, en todo el proceso evolutivo, el Ser es libre para hacer, pero responsable de lo que hace.
Todo el proceso evolutivo no es más que para conocer, en forma profunda, la Energía-Amor, que es la Fuente. El proceso evolutivo permitirá al Ser conocer la Energía-Amor hecha materia, luego conocer la Energía-Amor hecha semi-materia, luego conocer la Energía-Amor más pura, más pura, más pura. Cuando todo este conocimiento, que representa millones de años en nuestro contar, esté en el Ser, entonces este Ser habrá alcanzado la perfección.
Como la primera etapa evolutiva es la Energía-Amor hecha materia, entonces el Ser tendrá que conocer y trabajar los mundos más densos o terrestres, y el propio Ser tendrá que vestirse con un cuerpo también denso, construido con los elementos del ambiente.
Una característica fundamental que se agrega a ese cuerpo es que debe ser animalizado porque no sólo le va a permitir al Ser sentirse bien en un planeta, sino que le va a dar lecciones o conocimientos porque sobre todo, al comienzo, le va a influir de sobre manera.
Como el Ser ha sido creado ignorante, no entenderá que se encuentra en un proceso evolutivo y dará toda la importancia a lo material, descuidando su razón espiritual o trascendente. Serán los dolores o las vicisitudes que la Vida le haga pasar, lo que le va a ayudar a reorientar sus acciones y valoraciones.
Por lo tanto, las etapas en la carne deberán ser numerosas y todas relacionadas hasta que el Ser termine por controlar y dominar la materia.
Por lo expresado, nos damos cuenta que la mayor parte de nuestro trabajo evolutivo realizado hasta ahora ha sido conducido básicamente por nuestra naturaleza intelectiva y en el cual nuestra Alma productora de Amor, y quien tiene la capacidad de relacionarnos con quien nos ha creado, casi no ha participado.
Este desequilibrio manifestado entre nuestras naturalezas intelectiva y anímica hace que nuestros actos sean un reflejo más bien del error.
Seres más evolucionados, y que han venido a nuestro planeta, nos han planteado que “la Verdad no es más que Amor”. Si nosotros no amamos y todo se reduce a una acción mental quiere decir que no hemos alcanzado tanta Verdad.
Hace algún tiempo, un grupo de psicólogos investigadores conocidos como “primatólogos” estudiaron el comportamiento de grupos de primates bonobos y chimpancés y concluyeron que el Ser humano tenía reacciones muy parecidas a las de esos animales, razón por la cual uno de estos autores (De Waal, F, 2007) llegó a publicar el libro titulado “el mono que llevamos dentro”.
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Juan Echegaray T
Profesor de Biología por la Universidad de Chile, Chile, y es doctor en Ciencias Biológicas por la Universidad Autónoma de Barcelona, España.
Ha ejercido una intensa actividad docente en los campos de la Biología y Neurobiología, en distintas Universidades de la ciudad de Santiago de Chile, su actual residencia.
Ha dedicado toda su vida al estudio de las Leyes de la Naturaleza, y tratar de entender el Sentido de la Vida.
Fruto de esto es que, en 1996, publica un libro sobre el sentido trascendente de la Ley de Evolución, y hoy resulta este otro libro sobre los Defectos que nos acompañan desde siempre, que condicionan nuestra manera de pensar y de accionar, por lo que es menester suavizarlos y dominarlos para poder crecer evolutivamente.
