«El Zen tiene su propia forma de expresarse sobre la realidad última. El rostro original es la divinidad. El rostro original se refiere al rostro que ustedes tenían cuando no había definición, cuando no había cuerpo, ni contornos, ni localización. El rostro original se refiere a la realidad informe, antes del nacimiento…».
La sabiduría no es el conocimiento sino el camino que te lleva a él. Con este punto de vista tan entrañable y a la vez libre de ego, Osho reflexiona sobre el antiguo arte Zen y la forma espiritual en que la vida fluye a través de él.
De forma mística y alejada de cualquier prejuicio, el místico contemporáneo cuestiona el pensamiento y la vida de la sociedad moderna y cómo nos hemos alejado de una espiritualidad que cada día se vuelve más necesaria. En sus palabras: «La verdad no se descubre por primera vez; se redescubre una y otra vez. La verdad es eterna. Podemos apartarnos de ella, lo cual es natural para la mente humana, que se aburre fácilmente, pero una vez que hemos olvidado, lo viejo parece nuevo».