¿Cuál es la mejor manera de realizar la democracia liberal en un mundo en el que las políticas de la identidad sufren crecientes tensiones, y en el que se intensifican los conflictos en torno de la cultura? Este libro introduce claridad en el actual debate sobre esa cuestión. "No creo -dice Seyla Benhabib- en la pureza de las culturas, como tampoco creo en la posibilidad de individualizarlas como totalidades significativamente discretas." Antes bien, sostiene, las culturas son complejas prácticas humanas de significación y representación, organización y atribución, fraccionadas en el interior mismo de narraciones en conflicto, que se constituyen a través de complejos diálogos con otras culturas. Y en la mayor parte de aquellas que han llegado a un cierto grado de diferenciación interna, ese diálogo con el otro es antes intrínseco que exterior a la cultura misma.
En esta inteligente obra, Seyla Benhabib propone concebir la identidad cultural como un proceso de negociación dinámica, en la esfera no sólo pública sino también privada. Y en el concepto de "ciudadanía flexible" encuentra una vía para salvaguardar el universalismo político, haciendo coexistir la reciprocidad igualitaria y la libertad de autodefinirse por parte de los individuos tanto como de los grupos. Porque, en definitiva, en la era global la igualdad está dada sobre todo por la riqueza de los componentes socioculturales en juego.
En esta inteligente obra, Seyla Benhabib propone concebir la identidad cultural como un proceso de negociación dinámica, en la esfera no sólo pública sino también privada. Y en el concepto de "ciudadanía flexible" encuentra una vía para salvaguardar el universalismo político, haciendo coexistir la reciprocidad igualitaria y la libertad de autodefinirse por parte de los individuos tanto como de los grupos. Porque, en definitiva, en la era global la igualdad está dada sobre todo por la riqueza de los componentes socioculturales en juego.