En la antigua China existía la creencia de que todas las personas y sus circunstancias estaban unidas entre sí por un hilo rojo que se podía torcer, enredar o tensarse, pero nunca romperse. Un hilo rojo invisible como nexo entre aquello que está destinado a encontrarse a pesar del tiempo y el espacio. Este hilo rojo es el que nos une a todos los que hemos hecho de nuestras vidas una cruzada a favor de una educación más respetuosa de la infancia, y es el mismo hilo rojo el que nos conecta con los niños y su actividad que es un rasgo particular de su cultura.
Este sitio es seguro
Usted está en un sitio seguro, habilitado para SSL. Todas nuestras fuentes son constantemente verificadas.