a Crítica del Juicio simultáneamente completa el proyecto crítico kantiano y establece la fundación de la estética moderna. Las más importantes traducciones al español han estado a cargo de Manuel García Morente (1914) y de Pablo Oyarzún (1992) bajo las editoriales Espasa-Calpe y Monte Ávila, respectivamente.
La obra se presenta a sí misma como un enlace entre las críticas anteriores, es decir, entre el dominio de la facultad del entendimiento (Crítica de la Razón Pura) y el dominio de la facultad de la razón (Crítica de la Razón Práctica) a través de la facultad de juzgar. Este enlace fue necesario debido a que, como resultado de su investigación trascendental, se hizo patente la irresuelta antinomia según la cual todo el universo está ordenado según la ley de causalidad que entrega el entendimiento, por una parte, mientras que implícitamente los agentes morales suponen la libertad (causa espontánea) de la razón al juzgar éticamente. El desarrollo de la obra para explicar este enlace se divide en dos partes principales: una dedicada al juicio estético y otra al juicio teleológico.
La obra se presenta a sí misma como un enlace entre las críticas anteriores, es decir, entre el dominio de la facultad del entendimiento (Crítica de la Razón Pura) y el dominio de la facultad de la razón (Crítica de la Razón Práctica) a través de la facultad de juzgar. Este enlace fue necesario debido a que, como resultado de su investigación trascendental, se hizo patente la irresuelta antinomia según la cual todo el universo está ordenado según la ley de causalidad que entrega el entendimiento, por una parte, mientras que implícitamente los agentes morales suponen la libertad (causa espontánea) de la razón al juzgar éticamente. El desarrollo de la obra para explicar este enlace se divide en dos partes principales: una dedicada al juicio estético y otra al juicio teleológico.