La fragmentación social, la pobreza y la ruptura de los vínculos entre personas e instituciones son una condición inequívoca en Latinoamérica, siendo la causa de diversas formas de exclusión. En este contexto es difícil pensar en un sistema de educación social que funcione correctamente. Sin embargo, es necesario realizar un trabajo educativo que facilite el entramado de lazos sociales que activen las oportunidades de participación en la vida política, social y cultural de todos los sujetos. ¿Qué responsabilidad tienen los educadores? O ¿qué puede la educación social jugando en la articulación de las políticas públicas? Este libro recoge experiencias de un grupo de educadores sociales que, desde una perspectiva crítica, intentan conjugar la acción educativa realizada sobre el terreno con una reflexión conceptual. La evaluación de los resultados y la revisión de las prácticas son la estrategia para construir una nueva responsabilidad profesional. La apuesta de un colectivo -que produce conocimiento desde su práctica- es una opción política para promover el rescate de la pedagogía y desarrollar formas de educación más pragmáticas y funcionales.El educador social como punto de conexión, la gestión de paradojas, la enseñanza del pasado, la improvisación y el trabajo con personas adultas, son algunos de los elementos abordados en este texto que emerge como producción colectiva de la reflexión de educadores sociales que apuestan a construir conocimiento para hacer profesión.
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