Los niños juegan con carne. Los edificios supuran dolor. El silencio devora las calles, salvo por ese cántico, esa letanía incomprensible que recorre las hileras de vehículos abandonados y se cuela en las entrañas abiertas del subsuelo. La ciudad ha cambiado.
Él también lo ha hecho. Su raída bufanda oculta las llagas de su expresión descompuesta. Su corazón ha dejado de latir. Pero en su pecho, aún hay algo que emite un zumbido acompasado, estremecedor. Piensa en su hermana, en su madre, en aquella secta...
... Y en la venganza.
Él también lo ha hecho. Su raída bufanda oculta las llagas de su expresión descompuesta. Su corazón ha dejado de latir. Pero en su pecho, aún hay algo que emite un zumbido acompasado, estremecedor. Piensa en su hermana, en su madre, en aquella secta...
... Y en la venganza.