Hoy nuestra sociedad vive uno de los momentos más decisivos de su historia. Nuestro entorno se caracteriza por cuatro rasgos: individualismo, materialismo, hedonismo y permisividad. En este contexto parecería que cada quien piensa sólo en sí mismo, en pretender acumular riqueza sin esfuerzo, valiéndose de cualquier medio y en especial de la corrupción. Pero ante este escenario vacío y superficial, vemos también a seres humanos preocupados por proteger y blindar a las nuevas generaciones inculcándoles valores y formándolos para que tengan un propósito de vida y sean felices. El entorno descrito nos plantea el gran compromiso que tenemos de enfrentar estos desafíos, tarea que alcanzaremos cuando todos los que participamos en la formación de seres humanos nos empeñemos en hacer de ellos hombres y mujeres de bien.
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