Representa el momento más decisivo en el conjunto de la reflexión kantiana. La filosofía moral, afirma Kant, se encuentra siempre en una situación precaria. Su propia dignidad no le permite depender de la ideología, que perpetúa el estado de infantilidad moral del hombre, ni fundamentarse en la antropología, que transforma la ética en un asunto de mera utilidad. El problema de una fundamentación moral se convierte en el de la autofundamentación racional de la misma. Qué significa ser moral y por qué se debe ser moral son los interrogantes decisivos alrededor de los que se vertebra una reflexión que, muy lejos de intentar una guía ética para el género humano, le coloca ante su más importante perplejidad: la moral consiste en la superación del narcisismo del hombre preso en el utilitarismo ético. Se trata, en suma, de recuperar la dignidad racional del ser humano.
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