La pereza es culpable de males como la tristeza, la desesperación, la ansiedad, la indiferencia, el aburrimiento o la depresión. Si bien en la visión religiosa comenzó siendo un pecado capital, hoy día, en su visión laica y moderna, se ha trasformado en una enfermedad psiquiátrica. En distintas épocas este mal se ha representado con diferentes caras en occidente. Desde la visión demoníaca en los tiempos de los monjes medievales al spleen baudeleriano, de la melancolía romántica de Leopardi al tedio de algunos personajes de la literatura rusa como Oblomov o los antihéroes de Chejov, de la angustia existencialista de Heidegger, Sartre o Camus al oscuro vacío en la mente de los deprimidos de hoy en día que buscan ayuda tanto en el psicoanálisis como en medicamentos psicotrópicos. Este viaje por los estados del ánimo, que son semejantes pero no iguales, tiene como hilo común una dolorosa y devastadora tentación; el desinterés por el mundo y por los otros.
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