Desde el Siglo de Oro español hay dos maneras de ser barroco, una se manifiesta en el nivel de la frase y es lo que habitualmente se entiende por barroco: lo frondoso, lo decorativo, lo excesivo de los medios en relación con los fines. La otra se da en el nivel de las estructuras narrativas, de los personajes y del universo referencial, “una adicción o afición al juego de intercambiar, plegar o mezclar los distintos planos de los que la realidad se compone”. Y es esto último lo que permite considerar a Borges, Bioy Casares, Cortázar, Silvina Ocampo, Onetti y Felisberto Hernández como autores de las “ficciones barrocas” más poderosas desde Cervantes y Calderón, según señala el autor. Ficciones que se producen entre 1940 y 1960, período en que cuatro de ellos viven en Buenos Aires y que incluye el decenio peronista de 1945-1955.
Un recorrido minucioso, lúcido y revelador por la obra de los autores más emblemáticos del Río de la Plata que, siguiendo los principios y las huellas del barroco áureo, ofrece un nuevo panorama de la literatura de la región, al tiempo que descubre y desentraña nuevas conexiones y paradojas, que llegan hasta la “ciencia ficción barroca” de Philip K. Dick.
Un recorrido minucioso, lúcido y revelador por la obra de los autores más emblemáticos del Río de la Plata que, siguiendo los principios y las huellas del barroco áureo, ofrece un nuevo panorama de la literatura de la región, al tiempo que descubre y desentraña nuevas conexiones y paradojas, que llegan hasta la “ciencia ficción barroca” de Philip K. Dick.