Quien fuera que tejiese los hilos de mi destino se tomaba las cosas demasiado al pie de la letra. Cuando carecía de amor se las ingeniaba para que no me faltase
sexo, y ahora que me sobraba amor me había arrebatado toda posibilidad de establecer una relación sexual con mi amada. No era justo. La necesidad de besar a Tina se enfrentaba con la crudeza de las circunstancias y no me quedaba otro remedio que gritar como un poseso o golpear cosas para desahogarme. La impotencia era tan grande que incluso hubiese bailado salsa si alguien me garantizase que así recibiría al menos un abrazo suyo. Me sentía como un pirómano sin cerillas ni mechero ante una plataforma petrolífera: con todo dispuesto para su felicidad excepto un pequeño detalle. ¡Si tan sólo pudiésemos acariciarnos mutuamente por un instante!...,
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-Un noche de borrachera en el peor tugurio de la ciudad bastó, para que el todopoderoso se agarrara una depresión tan grande con el género humano que decide destruir el mundo con su fuego purificador y dimitir.
Sancho, un actor porno en plena crisis de identidad, es elegido por él mismo como su delegado en la tierra. Habiendo recibido sandungueros dones divinos como la inmortalidad o el poder curativo, Sancho deberá reconstruir la tierra a partir de la nada y conseguir al fin que Dios pueda presentar el planeta al decimotercer certamen interestelar de mundos entrañables, única manera de recuperar su mermado prestigio como deidad. Pero ser Dios no es tarea sencilla.
El mundo remendado de Sancho resulta ser tan lamentable que al altísimo no lo queda otra opción que el suicidio. Con la creación amenazada por la negra sombra del nihilismo más atroz, Sancho, acompañado por el Espíritu Vasco y el arcangel informático Gatesbriel, emprenderá la búsqueda desesperada y a contrarreloj del único objeto capaz de devolverle la vida al padre eterno: el chip lógico-motriz. Lo que Sancho no sabe es que el chip no será lo único que descubrirá en su atribulado periplo, sino también un secreto de dimensiones apocalípticas,
¡horror! que hasta el momento ni Dios había osado arrostrar.
sexo, y ahora que me sobraba amor me había arrebatado toda posibilidad de establecer una relación sexual con mi amada. No era justo. La necesidad de besar a Tina se enfrentaba con la crudeza de las circunstancias y no me quedaba otro remedio que gritar como un poseso o golpear cosas para desahogarme. La impotencia era tan grande que incluso hubiese bailado salsa si alguien me garantizase que así recibiría al menos un abrazo suyo. Me sentía como un pirómano sin cerillas ni mechero ante una plataforma petrolífera: con todo dispuesto para su felicidad excepto un pequeño detalle. ¡Si tan sólo pudiésemos acariciarnos mutuamente por un instante!...,
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-Un noche de borrachera en el peor tugurio de la ciudad bastó, para que el todopoderoso se agarrara una depresión tan grande con el género humano que decide destruir el mundo con su fuego purificador y dimitir.
Sancho, un actor porno en plena crisis de identidad, es elegido por él mismo como su delegado en la tierra. Habiendo recibido sandungueros dones divinos como la inmortalidad o el poder curativo, Sancho deberá reconstruir la tierra a partir de la nada y conseguir al fin que Dios pueda presentar el planeta al decimotercer certamen interestelar de mundos entrañables, única manera de recuperar su mermado prestigio como deidad. Pero ser Dios no es tarea sencilla.
El mundo remendado de Sancho resulta ser tan lamentable que al altísimo no lo queda otra opción que el suicidio. Con la creación amenazada por la negra sombra del nihilismo más atroz, Sancho, acompañado por el Espíritu Vasco y el arcangel informático Gatesbriel, emprenderá la búsqueda desesperada y a contrarreloj del único objeto capaz de devolverle la vida al padre eterno: el chip lógico-motriz. Lo que Sancho no sabe es que el chip no será lo único que descubrirá en su atribulado periplo, sino también un secreto de dimensiones apocalípticas,
¡horror! que hasta el momento ni Dios había osado arrostrar.