Quiero acercarme a ti, “corazón adolescente”, y dejar caer sobre tu vida algo de lo mucho que he aprendido al trabajar con vosotros. Soy educador de adolescentes. De esa etapa de la vida en que se entra como el topo debajo de la tierra y como el águila con los ojos abiertos al infinito desde la altura. Es el momento del “crecimiento”. Y todo crecimiento lleva el ritmo de morir a algo para nacer a algo bello. Así le pasa al grano de trigo. Sin muerte no hay vida. Y el adolescente —tú mismo— está en la etapa de no saber lo que quiere. Ni cómo lo quiere, ni para qué lo quiere. Anda un tanto a tientas y ciegas. Y necesita un guía. Alguien a su lado que ilumine su camino.
Yo te digo que seas “tú mismo”. No seas una hoja al viento arrancada del árbol por el viento en el otoño. Sé tú mismo y no dejes que nadie manipule tu vida; que nadie juegue contigo; que nadie mueva tu vida como las manos ocultas que manejan la marioneta. Yo sé que estás en la edad de los problemas mil. Y sé que se te va cayendo el niño o niña que eras y que ahora no eres el hombre o la mujer que deseas ser. Estás en una etapa de éxodo, siempre en camino y, a veces, perdido en la encrucijada. Es serio el irse en “las ondas” que andan perdidas por ahí. Van y vienen como el viento y hacen perder el rumbo y dejan la vida sin norte. Cuando te digo que seas “tú mismo” pienso en que abras los ojos y veas, que escuches y aprendas, que nadie piense por ti, ni decida por ti. Ser libre es un reto y siempre tiene un precio.
Yo te digo que seas “tú mismo”. No seas una hoja al viento arrancada del árbol por el viento en el otoño. Sé tú mismo y no dejes que nadie manipule tu vida; que nadie juegue contigo; que nadie mueva tu vida como las manos ocultas que manejan la marioneta. Yo sé que estás en la edad de los problemas mil. Y sé que se te va cayendo el niño o niña que eras y que ahora no eres el hombre o la mujer que deseas ser. Estás en una etapa de éxodo, siempre en camino y, a veces, perdido en la encrucijada. Es serio el irse en “las ondas” que andan perdidas por ahí. Van y vienen como el viento y hacen perder el rumbo y dejan la vida sin norte. Cuando te digo que seas “tú mismo” pienso en que abras los ojos y veas, que escuches y aprendas, que nadie piense por ti, ni decida por ti. Ser libre es un reto y siempre tiene un precio.