Entre los intelectuales que a raíz de la Guerra Civil Española eligieron el destierro Ramón Gaya (1910-2005) es quizá entre los más olvidados. En el extranjero donde Gaya vivió su exilio (trece años en México y alrededor de veinte en Italia) no ha tenido la necesaria atención. A pesar de eso, su obra representa una parte importante en el marco de la cultura y del arte brotados fuera de los confines de España.
Gaya fue esencialmente pintor y a la pintura dedicó su vida. Gracias a una beca conoció el Madrid de la Edad de Plata y el París de las vanguardias. Allí se conectó con aquellos movimientos artisticos que, sin embargo le decepcionaron. La respuesta de Gaya fue buscar su propria “voz” pictórica que le llegó al empezar de la decada de los ’40 con la creación de los Homenajes a los maestros, bodegones que Laurette Séjourné definió “naturalezas ardientes” y sobre las que María Zambrano escribió en Algunos lugares de la pintura.
Gaya fue esencialmente pintor y a la pintura dedicó su vida. Gracias a una beca conoció el Madrid de la Edad de Plata y el París de las vanguardias. Allí se conectó con aquellos movimientos artisticos que, sin embargo le decepcionaron. La respuesta de Gaya fue buscar su propria “voz” pictórica que le llegó al empezar de la decada de los ’40 con la creación de los Homenajes a los maestros, bodegones que Laurette Séjourné definió “naturalezas ardientes” y sobre las que María Zambrano escribió en Algunos lugares de la pintura.