En la teoría feminista se plasman los efectos reflexivos de las luchas de las mujeres por su liberación. Esta teoría tiene una tradición de tres siglos. No es un pensamiento lineal ni homogéneo, lo que está en consonancia con la complejidad y variedad de estas luchas, cuyas dinámicas son diferentes de acuerdo con la especificidad de los grupos de mujeres que las protagonizan y de sus contextos históricos. Sin embargo, ha sido posible reconstruir los principales ejes temáticos y las modulaciones más significativas de esta tradición de pensamiento, que lo es, en cuanto que tiene sus referentes clásicos y sus propias fuentes de autoridad conceptual: en suma, sus liderazgos epistemológicos ligados con sus liderazgos políticos. La globalización, con su fluidificación de las fronteras, nos exige elaborar una agenda feminista global acorde con sus exigencias. Los movimientos queer ponen en cuestión las fronteras entre los géneros, llevando a debate este mismo concepto, en los países que han sufrido la colonización de Occidente se genera un feminismo con modulaciones propias, el «feminismo poscolonial»: los ecofeminismos dan forma a la convergencia de ciertas perspectivas feministas y la problemática ecológica, la feminización de los «flujos migratorios» vuelve apremiante la contrastación de los Derechos Humanos de las mujeres con el fenómeno de la multinacionalidad. Nuestro acceso a las nuevas tecnologías (ciberfeminismo) nos implica en alianzas con nuevos sujetos emergentes y las nuevas relaciones entre capital y trabajo en la era global están implantando un nuevo orden del género: la teoría feminista se está haciendo cargo, así, de un material ingente de reflexión.
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