Seguro que más de uno ha fantaseado y más de dos especulado al respecto. En un mundo, el del deporte, donde la homosexualidad sigue siendo tabú y la exaltación del cuerpo es norma primera; en un grupo que no puede escapar a la norma general y en el que, por mero cálculo de probabilidades, ha de haber gays y lesbianas… ¿Qué sucede cuando se cierran las puertas del vestuario? Probablemente, que hay que abrirlas. Pero no para sacar de la taquilla y a empellones a quienes por miedo o comodidad allí se ocultaron, sino para conocer una historia larga de 3.000 años y prieta de personajes tan fascinantes como contradictorios.
En esta ocasión, Patricia Nell Warren, a la que conocemos sobradamente por novelas como “El corredor de fondo”, la más famosa, aclamada y exitosa historia de amor gay, se desempeña como cronista del deporte, terreno en el que se mueve como pez en el agua. La autora nos lleva desde los tiempos de Aquiles y Patroclo, pasando por los de Juana de Arco (conocida por su destreza en los torneos a caballo y con lanza) o George Villiers, duque de Buckingham (criador de caballos, en los ratos libres que le dejaban sus escarceos amorosos con Jaime I), hasta llegar a los más recientes de la aviadora Amelia Earhart, la atleta (también poetisa, sindicalista, periodista, feminista) Ana Maria Martínez Sagi, o la tenista Martina Navratilova.
Y ese viaje se convierte en la excusa perfecta para meditar sobre asuntos tan distintos como el amor y el desamor o los controles hormonales que deben pasar los deportistas. Muy documentado, sin duda iconoclasta y siempre entretenido, El vestuario de color rosa no pretende ser un Who is who exhaustivo, pero sí aspira a airear un cuarto común y enrarecido en el que la ley del «no preguntes, no digas», más que una liberación, ha sido un yugo.