Parece que las sociedades contemporáneas conocieran, al principio de este siglo xxi, una transformación profunda de sus principios de organización. Se podría pensar que se ha entrado en una nueva era, en la cual la arquitectura social, en su totalidad, estaría en curso de redefinirse al precio de fuertes conmociones: la sociedad moderna , cuyos contornos se trazaron en Occidente antes de ser propagados a escala planetaria, tiende a dar paso a una sociedad nueva, que, aunque arraigada en la modernidad, presenta unas características diferentes, por lo tanto posmoderna . Los cambios que afectan al Estado son sólo uno de los aspectos de esta transformación y, como tales, son indisociables de los movimientos de fondo que agitan lo social . El ingreso del Estado en la era de la posmodernidad se traduce en el cuestionamiento de sus atributos clásicos, sin que sea posible trazar los contornos de otro modelo: el Estado posmoderno se caracteriza por la incertidumbre, la complejidad y la indeterminación. Para analizo, es posible percibir una serie de aspectos que simbolizan la marca, el indicio, la señal tangible de esta nueva indeterminación: la reconfiguración del Estado (capítulo primero) y las transforma-ciones de la concepción del derecho (capítulo segundo) conllevan un movimiento más profundo de redefinición del vínculo político (capítulo tercero).
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