Este ensayo se propone estudiar la performance de la sociedad considerada como ente diferente a los seres individuales que la forman, teniendo en cuenta las implicaciones sociales que produciría una actitud individual basada en el amor. Es decir, es una visión de conjunto de la sociedad, desde la perspectiva que nos proporciona la espiritualidad individual. Para ello se ha contrastado el desempeño de la sociedad actual con aquel que tendría una sociedad basada en los mandatos de comportamiento individual provenientes de ese Dios omnisciente, que es uno, independientemente de que lo llamemos Jehová, Yavé, Alá o de cualquier otra manera.
Para ello se ha tratado de discernir lo esencial de la comunicación Dios-hombre, que a entender del autor existe, es lógica e inteligible, y no versa sobre temas organizacionales -sociológicos- sino de conciencia individual, sicológicos.
Para analizar el desempeño de la sociedad en su conjunto, la intuición que se ha manejado, a manera de hipótesis de trabajo, es la de que alguna relación debe haber entre el grado de desarrollo espiritual individual, y la performance del ente sociedad. Ello, a su vez, ha hecho necesario considerar que el mandato divino de amor alguna incidencia debe tener sobre el comportamiento individual, y por ende sobre desempeño social-colectivo. Es que el todo necesariamente es afectado por el comportamiento de sus partes; no puede ser ajeno a ellas. Los instrumentos teóricos que se han utilizado no han hecho más que confirmar una y otra vez la validez de estas hipótesis. También se ha podido verificar que hay aspectos sociales poco explorados, que emergen de las relaciones espíritu individual-sociedad.
Este libro podrá parecer pesimista en la medida que presenta un panorama sombrío respecto al futuro de la sociedad, si ésta no endereza sus esfuerzos hacia el desarrollo de lo interno-individual y con ello, al ascenso integral del hombre, pero no lo es tanto pues deja espacio al optimismo, al señalar cuál es el camino a seguir. Vistas las luces en las que se inspira, este libro tampoco ofrece soluciones organizacionales, sólo reflexiones que intentan calar en lo profundo de los problemas sociales, y todo por el placer de entender las cosas. Es un reconocimiento de lo utópico que resulta buscar la felicidad social en base exclusiva o preponderantemente a lo organizacional, problema que tan bien lo expuso Gandhi cuando advirtió sobre el “soñar con sistemas tan perfectos en que nadie necesite ser bueno”.
El futuro social está ligado al desarrollo espiritual individual, debido a que, como ocurre con la célula y el ser vivo al que pertenece, lo que sucede con el espíritu individual es decisivo para el funcionamiento de la sociedad en su conjunto. Debido a ello, una sociedad cuyos miembros individuales no se desarrollen espiritualmente, no puede aspirar a ser mejor, ni siquiera a seguir siendo igual a lo que es actualmente, pues existe una mecánica social que la condena a ser peor si no se da el desarrollo espiritual individual. No hay medias tintas para el ente sociedad; de lo que se trata es de ser mejor o peor.
Un Decano de Filosofía de la Universidad de Guayaquil dijo, tal vez exagerando la nota, y refiriéndose a la versión temprana de la obra que él tuvo la oportunidad de revisar, que el autor había “logrado crear reflexiones filosóficas que revolucionarán las ideas de la humanidad del Siglo XXI”. Un distinguido editorialista le comentó al autor que: “Con certero pulso de cirujano hace usted la disección de nuestros males y señala vías de sanación”. Un diario destacó que “es un libro religioso sin ser de religión”. Un apreciado pastor religioso se admiró de que temas tan profundos puedan ser tratados con sencillez y claridad. Y así algunos más.
Entonces, al impulso de esos estímulos, se ofrece esta nueva edición del libro, en la esperanza de que a algún paciente lector le parezca interesante y le sirva de inspiración.
Para ello se ha tratado de discernir lo esencial de la comunicación Dios-hombre, que a entender del autor existe, es lógica e inteligible, y no versa sobre temas organizacionales -sociológicos- sino de conciencia individual, sicológicos.
Para analizar el desempeño de la sociedad en su conjunto, la intuición que se ha manejado, a manera de hipótesis de trabajo, es la de que alguna relación debe haber entre el grado de desarrollo espiritual individual, y la performance del ente sociedad. Ello, a su vez, ha hecho necesario considerar que el mandato divino de amor alguna incidencia debe tener sobre el comportamiento individual, y por ende sobre desempeño social-colectivo. Es que el todo necesariamente es afectado por el comportamiento de sus partes; no puede ser ajeno a ellas. Los instrumentos teóricos que se han utilizado no han hecho más que confirmar una y otra vez la validez de estas hipótesis. También se ha podido verificar que hay aspectos sociales poco explorados, que emergen de las relaciones espíritu individual-sociedad.
Este libro podrá parecer pesimista en la medida que presenta un panorama sombrío respecto al futuro de la sociedad, si ésta no endereza sus esfuerzos hacia el desarrollo de lo interno-individual y con ello, al ascenso integral del hombre, pero no lo es tanto pues deja espacio al optimismo, al señalar cuál es el camino a seguir. Vistas las luces en las que se inspira, este libro tampoco ofrece soluciones organizacionales, sólo reflexiones que intentan calar en lo profundo de los problemas sociales, y todo por el placer de entender las cosas. Es un reconocimiento de lo utópico que resulta buscar la felicidad social en base exclusiva o preponderantemente a lo organizacional, problema que tan bien lo expuso Gandhi cuando advirtió sobre el “soñar con sistemas tan perfectos en que nadie necesite ser bueno”.
El futuro social está ligado al desarrollo espiritual individual, debido a que, como ocurre con la célula y el ser vivo al que pertenece, lo que sucede con el espíritu individual es decisivo para el funcionamiento de la sociedad en su conjunto. Debido a ello, una sociedad cuyos miembros individuales no se desarrollen espiritualmente, no puede aspirar a ser mejor, ni siquiera a seguir siendo igual a lo que es actualmente, pues existe una mecánica social que la condena a ser peor si no se da el desarrollo espiritual individual. No hay medias tintas para el ente sociedad; de lo que se trata es de ser mejor o peor.
Un Decano de Filosofía de la Universidad de Guayaquil dijo, tal vez exagerando la nota, y refiriéndose a la versión temprana de la obra que él tuvo la oportunidad de revisar, que el autor había “logrado crear reflexiones filosóficas que revolucionarán las ideas de la humanidad del Siglo XXI”. Un distinguido editorialista le comentó al autor que: “Con certero pulso de cirujano hace usted la disección de nuestros males y señala vías de sanación”. Un diario destacó que “es un libro religioso sin ser de religión”. Un apreciado pastor religioso se admiró de que temas tan profundos puedan ser tratados con sencillez y claridad. Y así algunos más.
Entonces, al impulso de esos estímulos, se ofrece esta nueva edición del libro, en la esperanza de que a algún paciente lector le parezca interesante y le sirva de inspiración.